Bajamos corriendo y entramos a su casa. Nunca había estado antes y sin embargo era exactamente como me lo imaginaba. Era un lugar no muy grande pero todo tenía su toque personal. Las paredes estaban pintadas con dibujos, de diferentes colores, había una mesita redonda, pintada de amarillo y negro, unas sillas con formas extrañas de color rojo, fotos por todos lados, fotos de ella, de Cuca de Teki de Bill y para mi sorpresa había una foto nuestra, o sea de los dos, yo y ella, abrazados en alguna reunión, en casa.
Apareció con un gran toallón verde y me tapó entero. Me secó la cara y me guiñó un ojo.
-Perdoná el desorden, vivo sola, entendé…-dijo caminando hacia la cocina. La seguí sonriendo.
Preparó dos tazas de café mientras yo miraba todo. La cocina era aún más bizarra que la sala. Tenía una gran heladera heredada de algún mercado de pulgas, naranja, con fotos pegadas con imanes.
Una mesa chica en un rincón, pintada a mano también de color azul y rojo a cuadritos, dos sillas de madera, altas y un mueblecito.
-Me gusta tu casa- dije mirando alrededor
-¿Eh?, ah, jajaja, bueno, no es gran cosa pero es mía y es acogedora….
-¿Vos decoraste todo?
-No, Cuca pintó las paredes de la sala, Anna las mesitas, es un poco el lugar de ellos también, a veces, cuando lo necesitan, se quedan acá…
Me pasó la taza de café y se sentó en la mesada. Yo temblaba como gelatina y agarré firmemente la taza para que no se me notara el temblor.
-Tom- dijo ella despacio, sacándome del remolino de sentimientos encontrados en el que estaba- gracias…
¿Gracias? No entendí nada y se notó en mi expresión.
-No entiendo Kessi… ¿gracias por qué?- pregunté mirando mi taza de café.
Ella lanzó un suspiro y dejó la taza a un costado.
-Gracias por hacerme sentir…especial….
Me quedé de piedra. No dije nada porque simplemente no sabía que decir.
-Mirá, sé que estarás pensando que estoy loca o algo por el estilo, pero de verdad gracias…
Abría la boca para replicar pero ella levantó su mano y siguió hablando.
-Nunca pensé que yo pudiera despertar tales sentimientos en una persona, mucho menos en alguien como vos, tan lindo, tan buen amigo…tu hermano decía que me quería pero ni remotamente lo decía con el sentimiento con que vos lo hiciste, mi vida no fue precisamente la mejor, pero siempre tuve gente buena a mi lado, y de verdad a veces creo que no merezco todo el cariño que ustedes me dan, de verdad lo digo…no me mires así….se que te hice mal, y de corazón te pido que me perdones, si yo lo hubiera sabido antes, creéme que hubiera hecho lo imposible por verte bien, realmente fui sincera cuando te dije que con vos me entendía de una manera diferente, con vos o tengo necesidad de fingir ser otra persona, de alguna manera me siento yo cuando estoy con vos…por eso y por todo “gracias”…
Me agarró con la guardia baja, porque lo que menos me esperaba era tamaña confesión, por supuesto no era tan bueno como ella pensaba o creía, ya que de alguna manera estaba traicionando a mi hermano, le había mentido a ella y pensaba que estaba usurpando un lugar que no me correspondía.
-¿Te querés dar un duchazo?- preguntó de repente, fiel a su estilo
-Eh…no…yo...me voy a casa…
-No, en serio, mirate como estás Tom! Dale date un duchazo por lo menos para sacarte el barro de encima- dijo señalando mis pies.
Accedí una vez más, como cada vez que ella me imponía algo.
Me guió a su habitación, y casi me caigo de traste. Era una habitación grande, de paredes negras y lilas, había pelotas de todos los tamaños, de esas que se usan para yoga, había almohadones de diferentes tamaños y colores por toda la habitación, un diván antiguo de color borra vino en un rincón, picas de malabares, un perchero móvil del cual colgaban ropas de diferentes telas, todas de colores llamativos, y la cama, grande, con un gran acolchado color fucsia.
-¡Guau! –dije mirando todo con los ojos como platos.
-Jjajajaj, ¿te gusta?- este es mi lugar!- dijo. Se puso a revolver unos cajones y sacó unos pantalones de joggins negros y una remera ancha color blanca. Luego agarró un toallón y me señaló el baño.
A esta altura me pregunté si Bill ya se había dado cuenta de que los habían visto, aunque conociendo a mi hermano, quizás no. Me metí en la ducha, dejando que el agua caliente cayera por mi espalda. Dirigí mi cara hacia el chorro y abrí la boca, deje que se me llenara de agua, y escupí. Cuando terminé de bañarme me envolví el toallón en la cintura y salí. No vi a Kessi por la habitación así que salí y me cambié. Justo cuando terminé de ponerme la remera ella entró.
-¿Y? ¿Sale caliente el agua?- preguntó cuando entró
-Sí, gracias...
-¿Tenés hambre?...podemos pedir algo…si querés…
-Yo, no estoy bien, gracias…creo que mejor me voy a casa…
-No…no te vayas…quedate...digo, podemos ver alguna película…
La miré. Estaba todavía con la ropa mojada y miraba al piso. Cosa rara en ella porque siempre miraba a los ojos cuando hablaba.
-Bueno- dije al final- primero date un baño y vemos, ¿si?
En su cara apareció una sonrisa. Esa sonrisa que tanto me gustaba. Asintió y se metió en el baño, y yo me senté en su cama. Me recosté y abracé una almohada que tenía su perfume. Me puse a repasar los momentos que estuvimos juntos riendo, las veces que me había besado y abrazado. En eso estaba cuando ella salió del baño envuelta en su toallón. Me vio tirado en su cama y me sonrió. Se acercó y se sentó a mi lado. Al principio no reaccioné porque tenía los ojos cerrados, y cuando los abrí la vi tan perfecta, que por un momento creí que me había quedado dormido.
Me incorporé para irme y dejarla cambiarse tranquila, pero ella me agarró del antebrazo y me lo impidió.
-Está bien- me dijo- quedate. Charlemos un rato.
O sea, la perspectiva de tener una charla, con ella recién bañada, hermosa, y con ese olor que me hacia enloquecer no era la mejor de las ideas, pero era más fuerte que yo, no me podía mover cuando ella estaba a mi lado.
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