CAPITULO 20

-Tom, otra vez te equivocaste!- dijo Bill mirándome con enfado. Habían tenido que parar el ensayo tres veces por mi culpa.
Suspiré y negué con la cabeza. No podía seguir haciendo como si no pasara nada. Dejé la guitarra a un costado y salí de la sala de ensayos. Prendí un cigarrillo y me senté en el cordón de la vereda. Ya había pasado un mes de aquel día en que leí la carta. Esa noche llegué y subí directamente a mi habitación, sin hacer caso a los gritos y amenazas de Bill. Sé que estaba sinceramente preocupado, ya que yo no estaba comportándome como una persona adulta. Pero sentía tanta rabia que no quería agarrármelas con todos, por eso evitaba encontrarme con la gente. Excepto con Georg, que por lo menos no hacía preguntas incómodas.
Entonces escuché algunos grititos y levanté la cabeza, algo sorprendido. Un grupo de chicas corría hacia mí. Algunas lloraban y otras sacaban fotos. Decidí quedarme, no quería hacerles un desplante. Después de todo gracias a ellas nosotros estábamos donde estábamos. Me rodearon unas 10 chicas, así que poniendo la mejor de las sonrisas, accedí a sacarme algunas fotos, y firmar autógrafos. Admito que las cosas que me decían las chicas generalmente me hacían sentir mejor, pero ese día no produjeron ningún efecto en mí. Para colmo había una de ellas que tenía el pelo rubio y largo y de nuevo me encontré anhelando su perfume. La chica me sonrió pícaramente y por supuesto le devolví la sonrisa. Luego anotó algo en un papel y me lo puso en la mano.
Cuando se alejaron escuché la puerta abrirse. Eran Bill y Gus.
-¿Te volviste loco, Tom?-preguntó mi hermano parándose a mi lado.
-Sólo eran fans. No hagas tanto teatro…
Bill hizo un gesto obsceno con la mano y entró de nuevo en la sala. Me encogí de hombros y miré a Gus que se sentaba a mi lado.
-Mirá Tom, no sé que es lo que te anda pasando y tampoco voy a preguntarte nada, pero a veces uno tiene que hacer a un lado los problemas, tenemos que terminar el disco…aparte tené en cuenta que nosotros somos tus amigos, si vos estás mal, de alguna manera afectas al resto. Si te sirve de algo, creo que te haría bien desahogarte…
Asentí y apagué el cigarrillo. Gus tenía razón, después de todo no era la única persona en el mundo que tenía problemas. No tenía que dejar que eso afectara todos los aspectos de mi vida.
Entramos a la sala y Bill me miró enojado. Me acerqué y le apreté cariñosamente el brazo, como hacía cada vez que quería suavizar las cosas con él. Mi hermano sacudió la cabeza y luego sonrió.
Ensayamos algunas horas más, esta vez sin ninguna falla. Por lo menos no de parte mía.
Terminamos tarde, eran casi las 10 cuando salimos de la sala. Los chicos propusieron salir a bailar, así que decidido a cambiar mi vida, acepte encantado.
Pasamos por la casa de los chicos, agarraron algunas cosas, pasamos a buscar a Andreas y nos fuimos todos para casa. Pedimos pizzas y por un día todo volvió a ser como en los viejos tiempos. Reíamos y charlamos animadamente. Luego subimos a ducharnos, nos cambiamos y partimos a un lugar nuevo, que se había inaugurado hacía poco tiempo.
Estacionamos la camioneta a una cuadra y nos dirigimos hacia la entrada del lugar que a esa hora estaba a rebalsar de gente. Algunas personas nos reconocieron y nos saludaban efusivamente. El guardia de la puerta nos hizo señas para pasar.
Cuando estábamos por entrar vi a Cuca, a Tekki y a algunos amigos así que aprovechando un poco el trato vip que nos daban, les grité para que se acercaran.
Nos saludamos calurosamente y entramos.
El lugar era espectacular. Grande, con una decoración algo futurista y a la vez gótico. Las luces de todos colores iluminaban por todas partes y la gente que había tenido la suerte de conseguir lugar, bailaba alegremente en todos los lugares posibles.
Se nos acercó una morocha muy linda que nos condujo a un sector algo apartado, pero mucho mas íntimo. Casi siempre que visitábamos un lugar nuevo nos trataban igual. Nos daban los mejores lugares y nos dispensaban el mejor trato. Con respecto a esto no tenía la más mínima objeción.
Cuca y Tekki estaban algo cohibidos al principio, a pesar de que ambos trabajaban con una banda que era bastante conocida, todavía no se acostumbraban a ser tratados de otra manera. Nos sentamos todos en unos mullidos sofás de colores chillones y nos pusimos a charlar. Nos presentaron a varias chicas, casi todas modelos y muy lindas. Pero por alguna razón no podía actuar como el “viejo” Tom. Los chicos estaban eufóricos. Georg estaba muy contento hablando con una pelirroja infartante y Gus hacía lo propio con una rubia. Bill como siempre, no hacía nada, sólo sociales. Hablaba con todos y seguro los cansaba con su parloteo permanente. En eso éramos bien distintos. Yo era más reservado, me gustaba hablar con la gente pero hasta ahí, en cambio mi hermano era un parlanchín sin remedio. Si uno le daba cuerda, podía estar horas hablando sin parar.
-¿Bailás?- me preguntó una hermosa chica de pelo largo y negro.
Le sonreí y la seguí a la pista. Se movía muy bien y pronto me encontré con mis manos en sus caderas. La morena me miraba felínamente y el alcohol ya me estaba empezando a hacer efecto.
Bailamos pegados un buen rato hasta que ella acercó su boca para besarme, y juro que no se porque lo hice, sólo eché mi cabeza hacia atrás, alejándome del contacto que ella quería y me aparté. ¿Pero qué me estaba pasando?? La morocha se me quedó mirando entre sorprendida y obviamente, ofendida. Luego se dio media vuelta haciendo un gesto con la mano y se alejó.
Me quedé parado en la pista, tratando de recordar que hacía en esas situaciones el Tom que antes se pavoneaba con todas las mujeres y hacia gala de su éxito con ellas.
No pude recordarlo, mi cabeza y el alcohol no eran compatibles esa noche…

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