Cuatro años más tarde, para la cena de Noche Buena, invitamos a la familia de Georg, Gus y a mi suegra y a su novio (por cierto cuando conocí a la madre de Tom, años atrás, y pude averiguar de dónde venía el carácter tan dulce y especial de Bill) el padre no pudo venir porque se encontraba de viaje de negocios, una pena pero en fin... fuimos 15 personas.
M: Bueno espero que os guste la comida.
T: Si, lleva días sin dormir preocupada por eso – dijo dándome un beso.
M: Chivato.
Todos: Jajajaja.
Jane: Tranquila, cariño seguro que esta todo perfecto, por ahora la comida está buenísima –dijo la madre de Tom – y no le hagas caso a Tom que ya sabes lo que le gusta siempre hacerte de rabiar.
Cuando estábamos en medio de la comida Tom se puso en pie.
T: Bueno esperaba una ocasión especial y creo que ésta es la mejor de todas. Yo sí que llevo días sin dormir pensando en esto... – dijo metiéndose una mano en el bolsillo. Yo lo estaba mirando con cara de no entender nada, miré a Bill y me di cuenta por su cara que tenia de que él sabía algo – pues sí, yo sí que estoy nervioso, vaya no quiere salir – dijo refiriéndose a lo que se sacaba del bolsillo – aquí está – exclamó ya con una cajita de color dorado en sus manos; apartó su silla a un lado y se puso de rodillas delante mía – Ya son 4 años que llevamos saliendo. Eres como un sueño para mí – ahora empezaba a comprender de lo que se trataba me giré hacía Bill y vi que se le caían las lágrimas – Nunca pensé tener a mi lado a una persona como tú. Eres tan especial en mi vida. Te debo tantas cosas. Me has hecho poner los pies en la tierra cuando el éxito se me iba a subir a la cabeza. Me has apoyado en los momentos más duros de nuestra carrera. Tu amor no tiene precio y te agradezco tanto que quieras compartirlo conmigo que no he encontrado otra manera para demostrártelo que esta – y abrió la cajita. Era un anillo – Cariño, mi princesa, te quieres casar conmigo? – yo que hacía ya un rato que ya las lágrimas no paraban de salir…
M: CLARO QUE SÍ!! No hay nada en este mundo que me haga más feliz – me puso el anillo y nos abrazamos – Eh! Bill no te lo voy a perdonar, tú sabías todo esto y no me dijiste nada!
B: Estamos en paz cuñadita! Ven para acá tonta!! – dijo agarrándome por el brazo para abrazarme y llenarme la cara de besos.
Todos nos felicitaron y su madre estaba especialmente contenta.
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